lunes, 25 de mayo de 2009

Sin pétalos No.2. Lo vi sin verlo... pero él...

Esta mañana como muchas otras me vi despertando sóla. Ésta, no es para nada una sensación triste como varios pudieran pensar. Verme a mi en primer lugar cada mañana, por encima de cualquier cuerpo tumbado intentando sobresalir dentro de mis pensamientos, es una delicia. Junto a mí, nada más que mi sombra, yo y mi yo para mí.

Trabajé. Fueron ocho horas como cada día que esta previamente pactado en aquel papel que unos llaman contrato y otros tantos sentimos nos ancla a la realidad. Esa realidad confusa, cansada y sin alas. Tomé la ruta de siempre para volver a casa y no lo ví o eso pensé. Digo, es posible que lo viera sin poder verlo, porque él si me miró venir. Durante las horas previas no pensé un sólo segundo en él. El recuerdo del día anterior se quedó en el buró como muchos otros que no me quitan el sueño ni se han vuelto a cruzar por mi pensar. Justo ahi, cuando di la vuelta a la esquina de mi cuadra escuché su voz. "Buenas tardes, ¿estas ocupada ahora?", dijo despreocupado. No hizo falta mucho más de su voz para invadir cada poro de mi piel.

Con los encajes desparramados sobre la alfombra abrí mis ojos lentamente. No sé cuantas horas fueron en realidad, solo puedo recordar que el sol aun se podía apreciar y después, nada más la luna alumbraba el oscuro cielo. Un hotel cercano, él aún junto a mí. Eso me hizo recordar justamente la libertad que habia extraviado en esos momentos por no despertar para mí, sóla en mis pensamientos. Pero una vez más él estaba ahí. No he podido comprender la simpleza de ese acto que me incomoda. A dos encuentros debiera poder aproximarme a su pensar si se tratara de cualquier salida convencional, pero no es así. Yo no hablo de mí, ni él de sí. Lo más que el uno conoce del otro es el sonido mutuo de la voz y, muy posiblemente, las rutas diarias. La intimidad, la forma en la que se introduce y mueve dentro de mi con ese vigor es la aproximación más cercana que tengo de su ser, de su desear, su sentir. Sus expresiones de afecto se dibujan descoloridas, sustituidas por esas máscaras de placer que se coloca en el momento justo que yo se lo pido. Y aún así el estuvo ahí. Sin responder a mi pregunta no recitada, sólo se dio la vuelta y me buscó, pero mi sombra se había escabullido por las calles.

Por primera vez en mucho tiempo lo pensé dos veces antes de llegar a la esquina. Su nombre no quiero saberlo. Pero verlo otra vez, si, lo deseo.

1 comentario:

  1. Ojalá se haga realidad, Dama. Me ha gustado mucho este segundo texto :" es posible que lo viera sin poder verlo, porque él sí me miró venir"...

    Menuda historia! Estoy al tanto, esperando sin doblar la esquina!

    Un saludo esquinado!

    Buen finde!

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